"No hay nada tan patético como una multitud de espectadores inmóviles presenciando con indiferencia o entusiasmo el enfrentamiento desigual entre un noble toro y una cuadrilla de matones desequilibrados destrozando a un animal inocente que no entiende la razón de su dolor...
Un baño de sangre anual de mil millones de euros”
Crueldad y decepción
Las corridas de toros son un espectáculo bochornoso en tres actos, de unos veinte minutos de duración, que escenifica la falsa superioridad y la fascinación enfermiza con la sangre y la carne de la que se alimentan, contra toda lógica ética y dietética, quienes creen tener un derecho divino a disponer a su antojo de la vida de otros seres sensibles, llegando incluso a justificar y trivializar la muerte del toro como arte y diversión; un comportamiento patológico que nace de una incapacidad para afrontar el dolor de las víctimas y una morbosidad irrefrenable ante la posibilidad de ser testigo directo de alguna cornada, o de la muerte del matador; un riesgo fortuito, infrecuente (un torero por cada 40.000 toros sacrificados), y sobre todo evitable que, sin embargo, incrementa el carácter macabro de la corrida.la tortura nacional cada año, miles de toros son torturados hasta morir.
La propaganda taurina, financiada por el dinero de los contribuyentes, por subvenciones desviadas y por los derechos de retransmisión de las cadenas de televisión que las han vuelto a poner de moda, basan la necesidad de este holocausto en tres afirmaciones
- 1.-Las Corridas son Arte y Cultura. ¡Falso!
Curiosamente, el innovador Carlos IV prohibió las corridas mientras que Fernando VII, aquel que cerró las universidades y prohibió la Constitución liberal, volvió a permitir las corridas y bajo su reinado se abrió la primera escuela de tauromaquia en Sevilla... En 1980, la UNESCO, máxima autoridad mundial en materia de cultura, ha emitido su dictamen al respecto: "La tauromaquia es el malhadado y venal arte de torturar y matar animales en público y según unas reglas. Traumatiza a los niños y los adultos sensibles. Agrava el estado de los neurópatas atraidos por estos espectáculos. Desnaturaliza la relación entre el hombre y el animal. En ello, constituye un desafío mayor a la moral, la educación la ciencia y la cultura." La cultura es todo aquello que contribuye a volver al ser humano más sensible, más inteligente y más civilizado. La crueldad que humilla y destruye por el dolor jamás se podrá considerar cultura. Precisamente por ello, los toreros y sus cuadrillas suelen provenir de las capas más desfavorecidas de la población donde la incultura es mayoritaria. La cultura de la crueldad cono la cultura del dinero no tienen nada que ver con La Cultura.
- 2.-El Toro no Sufre. ¡Falso!
- 3.-Muchas Familias Honradas viven de Las Corridas. ¡Falso!
Si un insecto se posa en un toro, éste lo espanta inmediatamente demostrando así la extremada sensibilidad de su piel. Por otro lado, si un ser no sufre, de nada sirve "castigarle". El sufrimiento es un medio de coacción bien conocido. Sin dolor, la tortura no tiene efectos. Si el toro no sufre, huelgan todas las torturas a las que le someten:
La pica o puya acaba en una punta de acero de unos 14 cm de largo que debe penetrar sólo 3 centímetros a la altura de la cruz. En la práctica, los picadores aumentan la penetración que puede llegar hasta 9 cm, llegando a perforar el pulmón, lo cual provoca una hemorragia que limita la capacidad del toro.
Las banderillas son agilados harpones de 6 cm a 8 cm que los banderilleros clavan, en número de 4 a 6 cerca o dentro de las heridas del puyazo. Estos harpones tienen la facultad de actuar como palanca a cada movimiento del toro oradando y desgarrando todos los músculos del cuello. Cuando un torero se "arrima" no es por amor al arte -constituye incluso un error- sino que pretende enganchar las banderillas para acentuar el efecto palanca y aumentar la hemorragia iniciada por el picador. Los pases de muleta tienen como única finalidad marear y agotar al toro hasta que baje la cabeza lo suficiente para poder matarle. Se mata al toro clavándole una espada entre las vertebras del cuello para llegar al corazón y fulminarle. Esto no ocurre prácticamente nunca. El toro malherido en un pulmón, una arteria o el corazón, agoniza gimiendo lastimosamente y vomitando sangre. Debe ser rematado con la puntilla, un puñal corto destinado a seccionar la medula espinal, lo cuál, supuestamente, acaba con el sufrimiento del animal. Esto tampoco ocurre así y el toro queda paralizado pero consciente durante todo el proceso de arratre y posterior despiece.
Después del reparto millonario entre ganaderos, empresarios y toreros, los demás trabajadores malviven con sueldos míseros que no incluyen cobertura social. En 1993, este gremio reportaba 16.000 empleados, pero la Seguridad Social sólo registraba 3.000.
De los toros sólo vive bien una minoría.
El toro, animal emblemático de España y símbolo de bravura y fuerza merece otro destino que el que le reserva el negocio taurino.
[corretoros, en traducción literal del catalán] son los encierros propios de las fiestas mayores en las localidades en el sur de Cataluña
En ellos, los animales son cercados y más o menos maltratados según el lugar, la tradición -en algunos pueblos se le ponen bolas de fuego en los cuernos- o las ocurrencias improvisadas de los jóvenes armados con palos y barrotes durante las fiestas.
Las "vaquillas" son toros o vacas jóvenes, que se sueltan al ruedo y a base de provocarlas, deben perseguir a los chicos "valientes". Cuando les persiguen, ellos saltan la barrera y quedan a salvo de revolcones. Estas vaquillas llevan los cuernos afeitados y no se los clavan a nadie. Las pobres bestias van de pueblo en pueblo hasta que revientan de cansancio y paran en el matadero. A veces, aburridas de tanta absurdidad, se quedan paradas en el medio de la plaza y hay que animarlas con palos, patadas, insultos y otros métodos como botellazos, cuerdas, empujarlas a una piscina improvisada para la fiesta, etc. Los altavoces de los organizadores animan a los jóvenes para obtener algun premio por su cultural hazaña. Estos son los correbous considerados "suaves".
El Toro Ensogado es el que es arrastrado por todo el pueblo con una cuerda atada alrededor de sus cuemos y cabeza, con dos cabos de cuerda, por el que tiran a la vez, a izquierda y derecha, unos cuantos mozos para dominarlo. Si todos tiran a la vez, el toro queda inmóvil, trabado. A veces esto se repite tres veces al día durante una semana. Mientras el toro es arrastrado, obligado por el dolor a andar por calles empedradas que le deshuellan las pezuñas, la gente tira cubos de agua desde los balcones para refrescar a los concursantes que tienen mucha calor. Con el agua, el pobre animal resbala y "zas!", al suelo. Lo levantan tirando de sus cuemos, insultándolo, pateandolo y el pobre animal aterrorizado a veces ha buscado refugio dentro de algùn comercio. También le atormentan tirando petardos en sus narices. Ahora, segun la ley, deben Ilevarlo al matadero después de la fiesta y comido su carne, pero ántes, el último encierro terminaba con el toro degollado en cualquier hangar, con el suelo cubierto de sangre, donde los niños se bañaban los pies, para que tuvieran suerte en la vida. Esto ocurría en Amposta, por ejemplo, y hay fotos y testimonios que así lo ilustran.
EI Toro de Fuego tiene lugar de noche. Al toro le colocan, entre sus cuernos, dos bolas de fuego y lo sueltan por las calles con las luces apagadas. Es un espectáculo dantesco y diabólico ver al toro sacudirse los cuemos en el aire, o contra el suelo, para apagar el fuego, loco de dolor. Es que el fuego de las antorchas le quema los nervios de los cuernos y la brea que desprenden las bolas de fuego, caen y le queman los ojos. La gente grita y el toro aùn se vuelve mas loco. Y en ver como se debate por quitarse el fuego de encima de su cabeza consiste la diversión, a la vez que al no parar de moverse da la impresión de que persigue al público. Lo que busca el pobre animal es desaparecer del infiemo al que estos animales humanos le han sometido para celebrar una "fiesta" centenaria, que sólo el Diablo pudo inventar. En pueblos de Tarragona que tienen el mar cerca, desde los muelles del puerto les hacen caer al agua, donde la multitud les espera, para hacerles tragar agua y otras perrerias. Al final de la fiesta, siempre les espera la muerte, que les libera de tanta bestialidad catalana.